Statement:

Mi búsqueda gira siempre en torno a la identidad y los atributos que sustentan la idea del “yo”: los dobles sentidos, las capas de significado, el diálogo con lo popular y el respeto hacia lo sencillo definen mis trabajos. La fotografía familiar se convierte en el eje vertebrador de mis propuestas, que derivan en instalaciones en el espacio en las que el espectador siempre es participe.

De un color sufrido – Noé Bermejo en El Palomar.



Fotografías intervenidas, objetos y tejidos, componen la exposición; se trata de una instalación que ocupa el Palomar; recreando la sala de una portera; una señora que a través de sus objetos y fotografías nos devela la ficción de su cotidiano conservador. 

La identidad de la portera, no se construye a partir del deseo, el cuerpo o la piel; se construye desde su clase social; no solo en referencia a su clase económica; su deseo se construye en referencia a si misma (raza, intereses, valores, educación, creencias, gustos, recuerdos, etc.). ParaGeorges Didi-Huberman el deseo es una reorganización de la memoria, no es algo que viene del futuro; imposibilitando muchas veces, nuevas formas de construir mundo, de construir relaciones; Suely Rolnik lo describe como el miedo a la desterritorialización; nos encarcelamos en la simbiosis, nos intoxicamos de familiarismo, nos anestesiamos frente a toda sensación de mundo, nos endurecemos en una contención absoluta de los afectos.  

Las fotografías que componen De un color sufrido relatan un lugar seguro de la memoria, donde nada es intensidad; una memoria que entiende la desterritorialización como peligro, como algo fatal: en lugar de vivirla como una dimensión imprescindible de la creación de territorios, la tomamos como una finalidad en sí misma. Y, completamente desprovistos de territorios, nos fragilizamos hasta deshacernos irremediablemente; (…) la memoria no solo es melancólica. También es histérica; en este sentido, si la existencia se ve afectada por lo insólito, y esa afección no esta en lo planificado, se prescinde; se prefiere lugares cómodos; memorias cómodas, recuerdos seguros, perlas, un tapiz que convine, un esposo muerto a quien recordar, y un perro; una histeria que se disfraza de melancolía, e invade la cotidianidad con fantasmas. 

La forma en que se construye el deseo es evidencia de la imposibilidad de mirarse y de mirar al otro, existencias que no se encuentran en la memoria; existencias con diferentes maneras de amar, que ensayan desgarradamente otras/distintas maneras de amar.
El duelo constituye toda una alusión a la propia esencia de las fotografías y los objetos, en De un color sufrido, tiene que ver con esa pulsión de perdida que nos lleva al deseo por congelar recuerdos e insistir en lo sucedido ante una ausencia imprevista. Por consiguiente la melancolía en esta exposición, opera en una dirección exactamente opuesta al narcisismo. La muerte impone su presencia sobre la vida; Butler señala que en la melancolía la sombra del objeto cayó sobre el yo – en De un color sufrido, la sombra/ficción de la memoria cae sobre la portera, una mujer nacida para sufrir. 
La exposición contó con una performance duracional, en la que el público fue invitado a participar colaborando en el bordado de una de las piezas de la exposición; y los visitantes asistimos vestidos de negro, guardando luto.

Eduardo Carrera
Barcelona, 08 de noviembre de 2014.
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Tapiz intervenido.
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2014.
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El Palomar (La terraza queer de Barcelona) es un proyecto de lxs artistas Mariokissme Rafa Marcos Motase instala en el último piso de un edificio de principios de siglo en el barrio Poble Sec; tuve la oportunidad de asistir a la inauguración de la exposición individual del artista Noé Bermejo, titulada “De un color sufrido”, se llevó a cabo el día sábado 25 de octubre a las 12h00.

Alivio de luto.  
“Duelo”, 2012.

Virtudes - Serie de fotografías
Fotografías parte de la exposición "De un color Sufrido”. 

Vista desde El Palomar, Poble Sec - La terraza queer de #Barcelona